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Estambul: el último balance es de al menos 41 muertos y 239 heridos

EL MUNDO – Alrededor de las 22.00 horas de la noche de este martes, un ataque terrorista golpeó el aeropuerto internacional Atatürk, uno de los más transitados del mundo. Según el primer ministro turco, Binali Yildirim, el último balance es de al menos41 muertos y 239 heridos, 109 de los cuales ya han recibido el alta hospitalaria. Entre los fallecidos hay 13 extranjeros: cinco saudíes, dos iraquíes, un tunecino, un uzbeco, un chino, un iraní, un ucraniano y un jordano.

La Fiscalía de Estambul ha abierto una investigación sobre el ataque, que no ha sido reivindicado por grupo terrorista alguno, aunque las autoridades turcas apuntan con casi total seguridad al autodenominado Estado Islámico. Pese a que los atacantes no han sido todavía identificados, de acuerdo con el Instituto Forense, que habría finalizado la autopsia de los cuerpos, existen sospechas de que al menos uno de los terroristas pudiera ser extranjero.

Ocho de la mañana locales, una hora menos en la Península. Sensación de relativa calma. Policías armados patrullan por parejas las inmediaciones del lugar de las explosiones, acordonado. Pequeños grupos de pasajeros silenciosos descargan sus maletas de taxis y minibuses. Se disponen a superar el mismo control de rayos Xde entrada que al menos uno de los atacantes, según las imágenes de las cámaras de seguridad, logró superar. Uno de estos turistas se llama Dodson, europeo.

«Cada vez más y más problemas», suspira Dodson mientras consume algo intranquilo su cigarrillo. Vino a visitar a su hermana, que vive en Turquía, anoche quedó en ‘shock’ y este miércoles deja el país inquieto para volver a París, otra ciudad golpeada por el terrorismo recientemente. «Espero ver a los líderes mundiales también acudiendo a Estambul y solidarizándose con Turquía. Las víctimas son las mismas allí en Europa y aquí», sentencia.

Pese a sus temores, Dodson, tomará el vuelo. También lo hará Sinem, una joven turca que, con evidente inquietud, trata de esquivar las preguntas de la prensa.»Claro que estamos nerviosos…», musita, y camina hacia el control de entrada. Éste se mantiene como habitualmente, con una empresa privada llevando las riendas. Pasamos el arco de seguridad y nos adentramos en una terminal internacional inusitadamente muda.

Por bancos, pasillos y suelos de la sala de llegadas se amontonan pasajeros cariacontecidos. Muchos de ellos apenas han podido dormir. Keagan Furlong, un joven británico con los ojos enrojecidos tras pasar la noche durmiendo sobre el granito del aeródromo, muestra a este periódico dos perdigones de metal, metralla que probablemente salió despedida de uno de los chalecos explosivos. «Los hallé en el control aduanero que hay junto a las cintas de recogida de maletas», explica.

El chico, británico, asegura que un compatriota, que aterrizó poco antes que él, fuetestigo de la masacre. «Me ha dicho que, al penetrar los terroristas, la gente huyó como pudo de los arcos de entrada, dejando atrás sus equipajes. Que el pánico fue generalizado». Esta versión concuerda tanto con la trascendida como con lasimágenes de las cámaras de seguridad. La más destacada, aquella en que un policía dispara a un asaltante, le hace un placaje, y logra huir antes de que estalle.

De nuevo, más allá de algunos agujeros en los techos y las cristaleras ausentes, apenas quedan restos de la matanza dentro del salón. Keagan, por su parte, rememora su impacto al poner pie en la terminal tras aterrizar procedente de Manchester media hora después del ataque y pasar tres horas esperando en la pista de aterrizaje: «Todo era pánico, gente llorando y otra tratando de consolarla. Había enormes manchas de sangre por el suelo. Un escenario de película de terror».

En una esquina de la terminal, a media mañana, no menos de tres decenas de turistas se concentraban con el rictus desasosegado. Aguardaban todavía que la aerolínea Turkish Airlines les concediera una habitación de hotel por haber perdido su vuelo de conexión. Poco después, empezaron a ser asignadas. El común se relaja poco a poco. Han tenido suerte. Esta madrugada numerosos turistas se vieron tirados al raso, en el centro de Estambul, sin que sus empresas turísticas los atendieran.

LLUÍS MIQUEL HURTADO