Japón conmemoró ayer a las 105.400 personas que murieron en una sola noche hace 70 años, cuando bombarderos estadunidenses B-29 destruyeron gran parte de Tokio en el ataque con bombas convencionales más letal de la historia.
El primer ministro, Shinzo Abe, hizo una reverencia en una ceremonia en un templo céntrico que fue construido para recordar las muertes de un terremoto en 1923, pero que también se usa para homenajes a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial.