Una desmesura

OPINION – El jueves 9 del corriente, la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (FENAPES) decretó un paro, en todo el país, de los miembros de esa federación de sindicatos en razón de que un alumno había agredido verbalmente a una profesora.

Sin dudas que se deben adoptar acciones para acompañar la ardua tarea que la mayoría de los docentes realizan en todo el país para cumplir día a día su noble tarea. En particular, aquellas maestras y profesores que trabajan en determinados contextos en donde algunas situaciones que se han ido agudizando en los últimos tiempos golpean a los centros educativos.

Pero, cuando la gran mayoría de los ciudadanos somos conscientes de que es imperativo mejorar todo lo relativo a la educación y aprovechar al máximo el tiempo en que se proyecta la enseñanza, se adopta una medida que condena a más de doscientos veinte mil alumnos y a sus familias a no poder asistir a ese día de clase porque un alumno insultó a una profesora.

¿Es que no hay otros medios para sancionar esa inconducta?

¿No hay medios o acciones que permitan mejorar este tipo de situaciones?

¿El improperio del alumno lo tienen que pagar cientos de miles de otros alumnos y sus familias en todo el país?

Pero además, la dirección de ese sindicato -porque la medida no fue adoptada por una asamblea- condena a sus miles de asociados a no percibir el salario correspondiente al día no trabajado que, obviamente, le va a ser descontado cuando perciban su remuneración mensual.

Naturalmente, esa medida no afectó a los docentes de los colegios privados, a sus alumnos y a sus familias.

La medida de la FENAPES afectó única y exclusivamente a los alumnos de la educación pública y a sus familias.

La medida de FENAPES logra que los ciudadanos de escasos recursos que no pueden enviar a sus hijos a instituciones privadas, sean cada vez más afectados, más discriminados por medidas de esta naturaleza propiciadas por quienes dirigen gremialmente la enseñanza pública. Llama la atención que, gente autodenominada “de izquierda” no colabore con cerrar la brecha que se ha venido generando entre los que tienen y los que no tienen.

En definitiva, la medida de FENAPES condena cada vez más, a miles de jóvenes uruguayos a perder días de clase, horas de aprendizaje, de alimentación, de salud y de sana convivencia a los jóvenes que más necesitan y a aquellos que son, justamente, hijos de trabajadores.

Los trabajadores cercenan la educación de los trabajadores, cercenan a los más humildes que mandan a sus hijos a la educación pública.

La huelga es un derecho consagrado en la Constitución y en los Convenios Internacionales de la OIT, pero este derecho no puede ser utilizado abusivamente, en forma festinada y por un grupúsculo de dirigentes de un sindicato. Utilizar la huelga y el paro como los utiliza FENAPES, es bastardear y desprestigiar un instrumento de lucha gremial que costó muchísimo lograr que fuera reconocido por los textos nacionales e internacionales y es, también, una forma de generar repudio a dirigentes gremiales que no proceden con la ponderación y la mesura que les impone la responsabilidad que ejercen.

Soy nieto del Dr. Miguel Lapeyre, que fue Decano de la Sección de Enseñanza Secundaria y Preparatoria de la Universidad de la República hace más de un siglo. A él le cupo la responsabilidad de instalar, en el año 1912, los liceos departamentales, y luego ser el primer director del Liceo Rodó. Fue, además de un excelente profesor, un hombre enérgico, severo y estricto cumplidor de las normas reglamentarias correspondientes, pero los alumnos que egresaban de los institutos que él dirigió lo hacían preparados, de manera excelente y en condiciones de cumplir importantes cometidos en beneficio de la sociedad.Para recordar a algunos, basta con mencionar a Alfredo Aguiar, Eduardo J. Couture, Oscar Secco Ellauri, Sagunto Pérez Fontana y Lorenzo Batlle Pacheco.

Personalmente, he dedicado gran parte de mi larga vida a la docencia, por eso me duele lo que está aconteciendo con la enseñanza y confío que, algún día, se le ponga coto a la utilización abusiva de los instrumentos gremiales de la que hace gala FENAPES.

Por Edison González Lapeyre – Catedrático de Derecho Internacional Privado, Derecho Internacional Público y Derecho Diplomático en la Universidad de la República (UDELAR); Profesor de Derecho Internacional Marítimo de la Academia de Derecho Internacional de La Haya; Asesor Letrado, Director del Instituto Artigas del Servicio Exterior, Director de Asuntos Culturales, Director de la Consultoría Jurídico-Diplomática; Presidente de la Administración Nacional de Puertos (ANP) (1998-2001); Embajador ante los gobiernos de República Dominicana, Barbados, Haití y Granada, y representante permanente ante la OEA; Negociador en el Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo, el Estatuto del Río Uruguay, el Tratado para el Desarrollo de la Cuenca Hidrográfica del Río Cuareim y el Acuerdo de Extradición y Cooperación Judicial con EE.UU. Integró el equipo legal de Uruguay en el juicio ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya en una primera etapa. Es autor de más de 150 publicaciones de su especialidad.

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