FELIZ DOMINGO DE RAMOS: el REY ingresa a Jerusalén en un burrito

HAS CREÍDO MAL, TE PINTARON REYES EN CASTILLOS, EN LIMOSINAS DONDE NO HAY RIQUEZAS.

La mala información, tu entorno o el mundo, te han pintado un dibujo erróneo, alimentando tu EGO, el que tantas veces te hace sentir un desdichado. La mayor riqueza, – no tiene formas – está en tu interior. El Amor, la Humildad, la Bondad, la Misericordia, la Templanza, la Paciencia,… no se compran en la Farmacia.

El verdadero REY y SEÑOR DE SEÑORES, no necesita de lujos, ostentación de riquezas para demostrar que con su perfecto AMOR, tiene dominio y control de todas las cosas.

Emprendía su camino a la Cruz – hacia nuestra redención -, montado en un «burrito». Fue aclamado, vivado, aplaudido, por la multitud.
La misma multitud que una semana después lo condenaría, – parece increíble – para que se cumpliera la Escritura.

MATEO 21
Jesús entra en Jerusalén
21 Jesús y sus discípulos llegaron al pueblo de Betfagé y se detuvieron junto al Monte de los Olivos, ya muy cerca de la ciudad de Jerusalén. 2 Al llegar allí, Jesús dijo a dos de sus discípulos:

«Vayan a ese pueblo que se ve desde aquí. Tan pronto como entren, van a encontrar una burra atada, junto con un burrito. Desátenlos y tráiganmelos. 3 Si alguien les dice algo, ustedes responderán: “El Señor los necesita; enseguida se los devolverá.”»

4 Esto sucedió para que se cumpliera lo que Dios había anunciado por medio del profeta:

5 «Díganle a la gente de Jerusalén:
¡Miren, ahí viene su rey!
Él es humilde,
viene montado en un burro,
en un burrito.»

6 Los dos discípulos fueron al pueblo e hicieron lo que Jesús les había ordenado. 7 Llevaron la burra y el burrito, y pusieron sus mantos sobre ellos. Jesús se montó y fue hacia Jerusalén.

8 Muchas personas empezaron a extender sus mantos en el camino por donde iba a pasar Jesús. Otros cortaron ramas de árboles y también las pusieron como alfombra en el suelo. 9 Y toda la gente, tanto la que iba delante de él como la que iba detrás, gritaba:

«¡Sálvanos, Mesías nuestro!
¡Bendito tú, que vienes en el nombre de Dios!
Por favor, ¡sálvanos, Dios altísimo!»

10 Cuando Jesús entró en la ciudad de Jerusalén, toda la gente se alborotó, y decía:

—¿Quién es este hombre?

11 Y los que venían con Jesús contestaban:

—¡Es Jesús, el profeta! Él es de Nazaret, el pueblo de GALILEA.

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