Lo daban por desaparecido desde hace 30 años y fue encontrado por una vendedora de café

UNA HISTORIA QUE CONMUEVE HASTA LAS ENTRAÑAS

POR Karina Caputi
1 de julio de 2021

El hombre vivía en la calle y ella le ofreció, gratuitamente, un desayuno caliente

Así comienza esta historia de ribetes semejantes a una novela y que, mediante un gesto, de apariencia inadvertido, logró revertir el destino de dos familias.

La vida los cruzó la fría mañana del último día de junio, cuando Fischela, mamá de dos hijos, realizaba su recorrido rutinario, vendiendo café, pizzas y empanadas, labor que encontró como salida cuando al comienzo de la pandemia perdió su trabajo.

En medio de su trayecto, mientras se dirigía a un local donde suelen comprarle algunas viandas matinales, advirtió la delgada figura de un hombre, sentado en la vereda, enfrentando las bajísimas temperaturas.

“Me detuve y le ofrecí un café caliente que él no quería aceptar, explicándome que no tenía dinero para pagarlo. Le dije que no se lo estaba vendiendo, sino regalando y fue así que comenzamos a hablar” afirma Fischela, quien antes de marcharse le obsequió además una de sus pizzas y algunos ojitos.

En el relato, el hombre, cuya identidad es Pedro Falaguián, contó que era oriundo de Treinta y Tres, pero llevaba unos 30 años viviendo en la calle, en el sur del país. Había formado parte del ejército siendo muy joven, conformado una familia en la cual nacieron sus tres hijos, pero el alcohol le jugó una mala pasada. Cuando supo que este flagelo le había ganado la partida, prefirió alejarse y abandonarlo todo, “para no perjudicar a los suyos”.

Fue así que tras buscarlo largamente, cuatro años después, su esposa, hijos y hermanos, lo dieron por desaparecido, imaginando el peor desenlace.

Sin embargo, Pedro, que pasó inadvertido frente a miles de ojos en 30 años de situación de calle, estaba de pronto, frente a lo que él, hoy define como un ángel de la guarda, disfrazado de vendedora de café.

Luego de escucharlo y dialogar por un momento, esta madre debía continuar con sus ventas, pero la situación de ese hombre no se alejaba de su mente. Así que llegó a su casa y fue lo primero que contó a su esposo e hijos, esperando con ansias lo que no se animaba a plantear pero que llegó precisamente de la voz de su pareja “debemos traerlo a casa y encontrar a su familia”.

Rápidamente pusieron manos a la obra y mientras la solidaridad de los vecinos se iba sumando ofreciendo colchón, manta y sábanas, Fischela partió de inmediato, en su moto, en la búsqueda de este desconocido que de un momento a otro se había instalado en la familia.

Sorprendido pero colmado de una enorme gratitud, Pedro ingresó en aquel hogar, donde tomó una ducha, se vistió con prendas que el esposo de Fischela le obsequiara y compartió la primera cena en familia después de 30 años.

Con el apoyo de sus hijos, su hermana y otros cercanos, comenzaron a difundir los datos de este hombre, con su imagen, para poder dar con sus familiares. En medio de estas pesquisas amateur lograron dar con el hermano de Pedro, quien quedó tan impactado con la noticia del hallazgo de un hermano que creía muerto desde hacía 26 años, que fue preciso una ansiosa videollamada para ver su rostro y confirmar la mejor de las novedades.

Poco a poco fueron apareciendo los afectos más cercanos de su entorno, hasta llegar a sus hijos, dos hombres y una mujer. “Recién se está recuperando de la emoción de haberlos escuchado después de 30 años” afirma Fischela.

Pedro lleva 24 horas viviendo con esta familia, quien se ha encargado además de regularizar su documentación, y espera reunir los materiales suficientes para levantar una habitación contigua a la casa del hermano de este hombre para que pueda retornar a vivir junto a sus lazos próximos.

Cuando hablamos con Pedro, notamos toda la sensibilidad resumida en su voz, quebrada, temblorosa, pero que no le alcanza para agradecer el gesto de esta vendedora de café que le cambió de un momento a otro su vida a la cual ya se había resignado.

“La calle es muy dura; quien vive en la calle está expuesto a todo, absolutamente a todo. Te volvés más inhumano, cambiás el carácter pero de pronto te encontrás con alguien así, un ángel de la guarda…no hay palabras”, dice entre el sollozo y la sonrisa, en diálogo con El Este.

Por su parte, Fischela, sabe que más allá de la inminente mudanza de Pedro con su propia familia, ese vínculo que se formó una fría mañana de invierno, dejó más que pago aquel café que sirviera a ese extraño, y que hoy han adoptado como abuelo.

FUENTE: DIARIODELESTE.UY

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